Que tu nombre figure en el testamento de un allegado fallecido no indica que vayas a aceptar esa herencia. De hecho, los últimos años son muy significativos para ver la evolución ascendente de la renuncia de herencias, llegando a afirmar que casi uno de cada diez ciudadanos decide no recibir el legado que se le ha dejado en el testamento. En 2017 ya fueron 1.821 personas las que rechazaron lo que se les había dejado en diferentes herencias.
Y es que estos datos no tienden a disminuir, sino todo lo contrario. Las renuncias son hoy el doble que hace diez años, y eso que la ley de Derecho Civil Vasco de 2015 ofrece todas las facilidades del mundo para que uno se beneficie de las herencias. Uno de las cosas que permite esta ley es responder solo y exclusivamente a lo que le alcancen a uno los bienes que le ceden. ¿Qué quiere decir eso? Que si el fallecido tenía una deuda de 1 millón de euros, pero en el testamento se apunta que tú heredas más de 5 millones de euros, solo tendrías que responder ante esto último.
A pesar de ser un beneficio, muchos ciudadanos optan rechazar la herencia inmediatamente. Esta tendencia empezó a ascender con la llegada de la crisis. En esta época, muchos sucesores se encontraron con deudas y demás fiascos que no son de buen gusto para heredar, por lo que empezaron a rechazar. Esta tendencia se ha conservado hasta la actualidad porque todavía existen muchos ciudadanos que desconfían de las cuentas y los negocios de los allegados fallecidos.
Lo cierto es que esta tendencia seguirá creciendo, asumiendo que cada vez más personas renunciarán las herencias. Lo que está claro es que cada uno tiene que hacer su propia valoración y decidir si quiere renunciar a la herencia o, en cambio, asumirla y sacar beneficio de ella. De hecho, los expertos afirman que ahora que no estás obligado a responder no es tan necesario renunciar.
No obstante, los datos lo cuenta claramente: uno de cada diez ciudadanos renuncia a la herencia que le dejan.